lunes, 4 de enero de 2010

UN PAQUETE SIN ABRIR.

Y sin embargo... ya estamos en el 2010.

Recientemente vi la película "El Náufrago" (estrenada en el año 2000), protagonizada por Tom Hanks. En la cinta, Tom interpreta el papel de un hombre que rige su vida con el preciso reloj que marca el ritmo de una empresa de paquetería mundial... en donde un minuto de retraso puede provocar días enteros de reclamaciones por parte de los clientes. Chuck (el personaje de Hanks) tiene un trabajo que le gusta, una buena paga, una novia y su vida marcha sobre las ruedas que un adicto al trabajo disfrutaría. Por un accidente, termina varado en una isla, aislado de todo: tecnología, comodidades, comunicación, contacto humano... todo. Es él, con él, ante él. La Isla es, además, muy pequeña.

Si no vieron la película en los 10 años siguientes a su estreno... ni modo, voy a hablar de puntos importantes de la trama, pues creo que es una bella metáfora de lo que nos está tocando vivir en este inicio de año. Y no, no haré una reseña de la película, pero quiero mostrar puntos:

Al viajar en un avión que contenía diversos paquetes, algunos llegan a la isla. Al poco tiempo del naufragio decide abrir los paquetes... todos, menos uno.

Al pasar algunos años sin ser rescatado, Chuck se da cuenta que va a morir... y decide entonces que, ante la nula esperanza de rescate y total imposibilidad para escapar de la isla, él puede controlar cuándo, cómo y dónde morir. Prepara una horca y hace una prueba.

En una tarde de frustración, Chuck se lastima la mano, comienza a sangrar y le da un golpe a un balón de voleibol... al ver su sangre en el balón, dibuja unos ojos, una boca... y así nace Wilson, su nueva compañía.

Un pedazo de lámina plástica, resistente pero flexible, llega a la isla arrastrada por las olas.

Ahora, con estas piezas... ahí va lo que deseo para el recién nacido 2010. Disculpa que lo escriba para mí, pero lo que deseo para mí, va al doble para ti.

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ALLAN:

Acuérdate de que te vas a morir y, cómo Chuck, eres libre de elegir cómo llegas al momento de la muerte. Chuck hace una prueba y descubre que quizá no moriría al instante, por lo que resultaría peor para los días siguientes en la isla... y en ese momento se da cuenta de lo maravilloso que es respirar, probar idas nuevas, experimentar una y otra vez hasta alcanzar la meta... se da cuenta entonces que la vida es mucho más inmensa que todo lo que no tiene: sigue vivo, de la lluvia puede beber, del mar puede comer y por las noches las estrellas le regalan un espectáculo maravilloso. Cuando Chuck centró su vida, su mente y su conflicto en ver todo lo que no tiene, pensó en suicidarse. Cuando levantó la mirada y descubrió la grandeza de la vida... la valoró de nuevo. Acuérdate que la muerte le da sentido a la vida, pues sin ella... viviríamos una repetición eterna y aburrida de risas y lágrimas, de frío y calor, de dulce y salado... sin fin, sin objetivo. Acuérdate que eres tú y nadie más, quien le da a tu vida el color que tiene. Habrá problemas, habrá meses difíciles... y mira que los tuviste el año que pasó... pero aprendiste y creciste. No cargues las piedras del pasado, mejor abre tus brazos a los nuevos aires del presente.

Wilson es el recuerdo de la familia, los amigos y la gente con la que compartes el trabajo: en un momento de desesperanza Chuck lo golpeó con una mano llena de sangre... y de ahí nació su más fiel compañía. Así son los amigos, así es la familia. Está bien, ya sabemos que hay amigos que no son precisamente los mejores consejeros ni familiares que sean un ejemplo de santidad... pero ahí está su riqueza: en que hay gente para reír, gente para llorar, gente para bailar y gente para pensar. Pero siempre, siempre, habrá alguien: confía.

Cuando la vida nos encierra en una isla, cuando algo tan hermoso como el mar se convierte en una gran barrera para escapar, es cuando llega a la costa la ayuda que necesitamos. No, no llegó un barco a rescatarlo, no pasó un helicóptero y vio a Chuck. No aparecieron radios satelitales ni apareció un héroe para llevarlo de regreso. Llegó un trozo de plástico tan resistente como flexible. Al principio, Chuck no sabe qué hacer con esa basura... pero de pronto se da cuenta que puede ser lo que le permita rebasar el duro oleaje que le impide salir de la isla en su balsa: es flexible, así que puede doblarla para que las olas no la rompan ni volteen la balsa y es resistente para convertirla en una vela que le proporcione el impulso necesario para saltarlas. Allan, acuérdate que en la vida, tus sueños deben ser fuertes... pero tu corazón y tu inteligencia deben ser flexibles para que no se rompan al primer viento o ante la primera ola que los golpee. Al final, recuerda que quien no se atreve a abandonar la costa, nunca podrá conocer la inmensidad del océano.

Al final de la película... Chuck entrega en su destino, cuatro años después, el paquete que nunca abrió y deja una nota que dice: "Este paquete me salvó la vida". Allan: deja siempre una sorpresa sin abrir. Mantén viva la esperanza que únicamente nace de la humildad de aceptar que no sabes todo, no has visto todo y que las cosas sí pueden cambiar. Ese paquete, el que nunca abrió, mantuvo viva la curiosidad... pero sobre todo, mantuvo viva una misión pues Chuck, como trabajador de FedEx, tenía que entregarlo. La vida te sorprenderá, si tú la dejas. El tiempo te dará regalos increíbles, si tú lo esperas. El mundo te abrirá puertas y ventanas maravillosas, si tú lo aceptas. El paquete que nunca abrió fue el que salvó la vida de Chuck, porque fue lo que le permitió despertar cada día con una duda, una hipótesis nueva sobre su contenido, un recuerdo de que todavía hay algo por hacer.

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El post anterior (Resumen del 2010) es nuestra isla... los invito a respirar la brisa, disfrutar el mar, asombrarse con las estrellas y bailar a la luz de la luna. Los invito a hacer fuego con sus parejas, con sus hijos, con sus hermanos, primos y amigos. Los invito a aceptar los trozos de lámina que la marea lleve a sus costas y sobre todo, de corazón, les deseo muchos paquetes nuevos por abrir... esperando dejen uno para el final del 2010. Así, estoy seguro, volveremos a volar.

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